Aqui esta. Estoy muerto…

Asi comienza el blog mas visto de esta semana, Derek K. Miller un biologo de Canada, escribio este post en su blog para ser publicado el dia de su muerte, consiste en un carta de despedida a su familia, amigos. Es realmente impactante y muchas página e informativos se han hecho eco de esta noticia.

Enlace: http://www.penmachine.com/

 

Traducción:

Llegó la hora. Estoy muerto, y éste es el último post en mi blog. Antes de morir, pedí que una vez mi cuerpo se desconectase de la tortura del cáncer, mis familiares y amigos colgasen este mensaje que había preparado -la primera parte del proceso de archivado de este sitio.

Si me conociste de algo en la vida real, quizás ya te hayas enterado por otra fuente, pero considera ésto una confirmación: nací el 30 de junio de 1969 en Vancouver, Canadá, y he muerto el 3 de mayo de 2011, a la edad de 41 años, como consecuencia de complicaciones surgidas del estadío 4 de metástasis de cáncer colorrectal. Ya sabíamos que esto iba a suceder.

Eso incluye a mi familia y amigos, y a mis padres Hilkka y Juergen Karl. Mis hijas Lauren, de 11 años, y Marina, que tiene 13, han sabido todo lo que hemos podido contarles desde que descubrí que tenía cáncer. Se ha convertido en parte de sus vidas, después de todo.

Airdrie

Por supuesto, eso incluye a mi mujer Airdrie (nacida Hislop). Ambos nacimos en Metro Vancouver, nos graduamos de diferentes institutos en 1986 y estudiamos biología en la UBC, donde nos conocimos en el 88. Durante un trabajo de verano en un parque natural ese mismo año, volqué la canoa en la que Air y yo estábamos remando y tuvimos que empujarla hasta la costa.

Fuimos juntos a algunas clases, pero perdimos el contacto. Pero un tiempo después, en 1994, aún trabajaba en el campus de la universidad. Airdrie vio mi nombre y me escribió una carta -¡Sí! ¡Papel! – y en algún momento (aún estaba intentando ser un músico a tiempo completo, así que mi vida era un caos) le contesté. Quien siembra recoge: era marzo del 94, y para agosto del 95 estábamos casados. Nunca he vacilado, porque siempre hemos estado juntos, en lo bueno y en lo malo.

No obstante, nunca pensé que nuestro tiempo juntos sería tan breve: ¿23 años desde nuestro primer encuentro (en el Parque Regional de Kanaka Creek, estoy convencido) hasta mi muerte? No ha sido suficiente. Ni de cerca.

Qué sucedió al final

No he ido a un lugar mejor, ni a uno peor. No he ido a ninguna parte, porque Derek ya no existe. Desde el momento en que mi cuerpo dejó de funcionar, y las neuronas de mi cerebro de enviar señales, realicé una asombrosa transformación de organismo vivo a cadáver, como una flor o un ratón que no vieron la luz del día tras una gélida noche. Estaba claro que una vez muerto, se acabó.

Así que la muerte no me asustaba -el momento en sí- ni lo que viniese después, que era (y es) nada. Lo que sí me asustaba era el proceso que me llevó hasta la muerte, de mayor debilidad y cansancio, de dolor, de convertirme cada vez más en alguien distinto a mí mientras me acercaba al final. Tuve suerte de que mis facultades mentales se viesen intactas durante los meses y años antes del final, y no hubo signos de cáncer en mi cerebro -que ni yo ni nadie más fuese consciente.

De niño, cuando aprendí a restar, hice las cuentas para saber cuán viejo sería en el año 2000. La respuesta fue 31, y parecía bastante viejo. Lo cierto es que para cuando cumplí 31, ya estaba casado y tenía dos hijas, y trabajada de escritor técnico y de chico de la web en la industria de la informática. Bastante mayor, imagino.

Aún con todo, tenían que pasar muchas más cosas. Aún no había abierto este blog, que hace poco cumplió 10 años. No había vuelto a tocar la batería con mi grupo, ni me había hecho podcaster (ya que todavía no había podcasts, ni iPods de hecho). En el mundo informático, Google era nuevo y reluciente, Apple aún estaba «acosada», Microsoft era enorme y estaba al mando, y para el nacimiento de Facebook o Twitter aún faltaban varios años. Los rovers Spirit y Opportunity no serían lanzados hasta tres años después, y la Cassini-Huygens no había alcanzado la mitad de la distancia en su periplo hasta Saturno. El genoma humano no estaba completamente secuenciado.

Las Torres Gemelas aún se alzaban en Nueva York. Jean Chrétien seguía siendo Primer Ministro del Canadá, Bill Clinton era presitende de EEUU, y Tony Blair Primer Ministro de Reino Unido. – mientras que Saddam Hussein, Kim Jong-Il, Ben Ali, y Moammar Qaddafi ostentaban el poder en Iraq, Egipto, Corea del Norte, Túnez y Libia.

En mi familia, mi prima no tendría un hijo hasta varios años más tarde. Mi otra prima estaba empezando a salir con quien es ahora su marido. Sonia, que fue una amiga de toda la vida de mi madre (desde que ambas tenían 9 años), seguía con vida. También vivía mi Oma, la madre de mi padre, que por entonces tenía 90 años. Ni mi mujer ni yo habíamos nunca necesitado tratamiento hospitalario a largo plazo -todavía. Ninguna de nuestras hijas había dejado de necesitar pañales, ni tampoco habían empezado a hacer fotos, escribir historias, montar en bici y a caballo, postear en Facebook, o calzar más número que su madre. No teníamos perro.

Y yo no tenía cáncer. No tenía de idea de que iba a padecerlo, desde luego no en la próxima década, o que me mataría.

Cosas que me perderé

¿Por qué hablo de todo esto? Porque he caído en la cuenta de que, en cualquier momento, puedo lamentarle por todas las cosas que aún no he conocido, pero nunca de las cosas que me han llevado hasta donde estoy. Podría haber muerto en el 2000 (como un «vejete» de 31 años) y haber sido feliz con mi vida: mi increíble mujer, mis maravillosas hijas, un trabajo divertido y hobbies que me llenaban. Pero me habría perdido un montón de cosas.

Muchas cosas sucederán sin mí. Mientras escribía esto, apenas podía imaginar cuáles serán la mayor parte de ellas. ¿Cómo será el mundo en el 2021, o en el 2060, cuando habría tenido 91 años, la edad a la que mi Oma llegó? ¿Qué sabremos por entonces? ¿Cómo nos comunicaremos y cómo nos desplazaremos? ¿A quién admiraremos, o despreciaremos?

¿Qué estará haciendo mi mujer Air? ¿O mis hijas Mariana y Lolo? ¿Qué habrán estudiado, en qué emplearán su tiempo y cómo se ganarán la vida? ¿Tendrán hijos propios? ¿Nietos? ¿Habrá pasajes de sus vidas que apenas podría comprender ahora mismo?

Qué debe saberse, ahora que he muerto

No puede haber respuestas hoy. Cuando aún estaba vivo y escribía esto, me entristecía saber que me perdería todo eso -no porque no vaya a estar vivo para verlo, sino porque Air, Mariana y Lauren no me tendrán ahí para que las apoye.

Al final, resulta que nadie puede imaginar qué nos depara la vida. Podemos hacer planes, y hacer lo que nos gusta, pero no podemos esperar que los planes salgan bien. Algunos sí que lo harán, pero la mayor parte de ellos no. Apareceran inventos e ideas, y sucederán cosas, que nunca podremos prever. Eso no es ni bueno ni malo, es como es.

Espero y deseo que eso sea lo que mis hijas puedan sacar en claro de mi enfermedad y mi muerte. Y que mi maravillosa esposa Airdie pueda verlo también. No que puedan morir en cualquier momento, sino que deben perseguir lo que les haga disfrutar, lo que estimule sus mentes, tanto como les sea posible -para que puedan estar preparadas ante nuevas oportunidades, así como que no se desilusionen cuando las cosas se tuerzan, como inevitablemente sucederá.

He tenido mucha suerte. Nunca he tenido que preocuparme de dónde sacar mi siguiente comida. Nunca he tenido el miedo a que un ejército extranjero irrumpiese por la noche con cuchillos y ametralladoras para matar o herir a mi familia. Nunca he tenido que correr por mi vida (cosa que no podría hacer ahora de todos modos). Desgraciadamente, algunas personas han de enfrentarse a estos temores cada día.

Un lugar extraordinario

El mundo, bueno, todo el universo, es un lugar bello, impactante y extraordinario. Siempre hay más por saber. No lamento nada del pasado, y espero que mi familia pueda hacer lo mismo.

Lo que es indudable es que las quise. Lauren, Mariana, cuando maduréis y os convirtáis en vosotras a lo largo de los años, sabed que os quise y que intenté lo mejor que pude ser un buen padre.

Airdrie, fuiste mi mejor amiga y mi conexión más profunda. No sé que nos habría deparado la vida de no habernos conocido, pero creo que el mundo sería un lugar más pobre. Te amé con locura, te amo, te amo, te amo.


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